lunes, 8 de marzo de 2010

Una realidad oculta


Mientras Julio disfruta de las más despampanantes joyas, comidas deliciosas, grandes mansiones ornamentadas por los más lujosos acabados, carros último modelo, riquezas, mujeres hermosas y de la más costosa vida en la ciudad de Bogotá.

Paradójicamente, Santiago en la zona rural de Nariño, juega por los campos con los niños de la zona. Se levanta desde las 6:00 am a ayudar con los quehaceres de la casa en compañía de su tío Rodolfo. Con un chocolate caliente retoma fuerzas para empezar bien el día, se baña y se pone ropa cómoda para poder hacer todo lo que su mamá le mande.

Su ropa esta desgastada y vieja, el poco dinero que su mamá recoge para el sustento diario ya no alcanza y cada día la vida se les hace más difícil
Santiago tiene 12 años y toda su vida ha estado cubierta por el velo que le impide conocer la realidad que agobia su tierra.

La realidad está oculta para muchos, muchos son los que se encuentran en medio del valle de la violencia e ignoran esta realidad. Este es el caso de Santiago un niño que creció en medio del campo y despertó con el sonido de los animales y la naturaleza. Alejado del bullicio y de la contaminación de la ciudad, pero sin saberlo en medio del epicentro de producción del elemento que más violencia ha causado en nuestro país.

Lamentablemente Santiago tuvo que dejar de asistir a la escuela por los grupos insurgente que llegaron a la zona en busca de cocaína y a su paso fueron destruyendo la tranquilidad de su familia.

Con una rota y desgastada camisa azul y los pantalones negros que hace tres años le regalo su madre, Santiago disfruta con sus amigos, por unos cuantos minutos.

Ellos sin ni siquiera imaginarlo juegan en los alrededores de la planta que muchos han utilizado como argumento para matar, robar y traer desgracia al país, la cocaína.

Rodeados por la planta más codiciada por los narcotraficantes y buscada por el gobierno; rodeados por la planta que le ha dado el tesoro a Julio, pero que ha ellos sin saberlo les ha traído la guerra y la pobreza.

Pocos niños se ven por los campos de Nariño, lugar donde creció Santiago, ellos juegan e intentan hacer de este lugar el mejor para crear los más “novedosos” juegos.

Santiago sueña con ser un gran profesor de su pueblo, su madre espera poderlo sacar de la violencia en la que viven sumergidos y aunque poco conocen de la realidad que los rodea, esperan poder subsistir en medio de ella.

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